El giroscopio fue inventado en
1852 por
Léon Foucault, quien también le dio el nombre, montando una masa rotatoria en un
soporte de Cardano para un experimento de demostración de la rotación de la tierra. La rotación ya había sido demostrada con el
péndulo de Foucault. Sin embargo no comprendía el por qué la velocidad de rotación del péndulo era más lenta que la velocidad de rotación de la tierra por un factor

, donde

representa la latitud en que se localiza el péndulo. Se necesitaba otro aparato para demostrar la rotación de la tierra de forma más simple. Foucault presentó así un aparato capaz de conservar una rotación suficientemente rápida (150 a 200 vueltas por minuto) durante un tiempo suficiente (una decena de minutos) para que se pudiesen hacer medidas. Esta proeza mecánica (para la época) ilustra el talento de Foucault y su colaborador Froment en mecánica.
Foucault también se dio cuenta de que su aparato podía servir para indicar el
Norte. En efecto, si se impiden ciertos movimientos del soporte del giroscopio, este se alinea con el
meridiano. Esto permitió la invención del
girocompás.
Los giroscopios se han utilizado en
girocompases y
giropilotos. Los giroscopios también se han utilizado para disminuir el balanceo de
navíos, para estabilizar plataformas de tiro y para estabilizar plataformas inerciales sobre las cuales están fijados captadores de aceleración para la navegación inercial en aviones y misiles construidos antes de la aparición del
GPS. El efecto giroscópico es la base del funcionamiento de los juguetes
trompo o
peonza y
dynabee.
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